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Relato De Sangre Y Miedo 46

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Capítulo N° 46 “Después de ella”


—¡No se vale si no tengo arma! —gritó Yesyca pendiendo de la rama de un árbol; se balanceó haciendo fuerza con sus piernas y llegó a la parte superior de esta para continuamente trepar a lo alto del mismo.
—No te escondas—gritó Marceline corriendo hacia donde creía haber oído su voz. —No jugaste limpio desde el principio, no establezcas reglas a esta altura del partido.

Yesyca mantuvo calma la respiración y se aseguró de pisar en una rama firme a la vez que estaba en un punto que no la dejara muy a la vista.
“—Quiero matarla” le murmuró Erika interiormente “—Déjame hacerlo, sola no puedes. Por favor, Yesyca, ¿Qué quieres demostrar? Déjamelo a mí…”
Pero Yesyca hizo caso omiso a los comentarios y pedidos de su hermana centrándose en su situación, tenía que evitar a Marceline antes de tener un ataque del cual no prometía hacerse cargo y volver a la mansión. Había sido mala idea seguir a Jeff.
Como siempre” se burló su hermana al oír su pensamiento con gusto de poder aun mínimamente distraerla.

—Baja—oyó decir a poca distancia. —Baja y pelea conmigo—le ordenó Marceline desde el suelo apuntándole con su arma.
Yesyca apretó los dientes y se tensó momentáneamente, luego sonrió. En un arrebato Erika la hizo brincar. Solo por poco Marceline previó ese ataque disfrazado y se apartó antes de servirle de alfombra. Yesyca se tambaleó en su lugar, sus ojos se cerraron, se abrieron y se oscurecieron por primera vez de manera notable frente a Marceline.
—Ya bajé—anunció poniéndose firme con timbre de voz distinto. —Pelemos—la desafió.

En un ataque rápido Erika dobló a Marceline de una patada antes de dejarla actuar. La chica soltó un quejido y luego recibió un rodillazo en el mentón, cayendo hacia atrás.
—Qué lenta…—se decepcionó su oponente. —Déjame ver eso—pidió arrancándole el arma de la mano para luego pegarle con el mango de la misma en el rostro haciendo que perdiera el sentido de la orientación y con ello ventaja. —Tiene buen peso —observó. Marceline se paralizó ante la visión del cañón de su calibre 32 ante sus ojos. Erika le sonrió. —Tenés miedo—dijo, gustosa de sentir el temor de la chica, quien había cambiado su posición de depredador a presa muy rápidamente. —Demasiada confianza, eso es malo—la regañó con un tono de voz que la irritó—, nadie es tan bueno como se cree. No ibas a ser la excepción.

Erika le quitó el seguro al arma. Marceline contuvo la respiración y cerró los ojos, luego sintió el cartucho de balas caer al suelo.
—No uso armas de fuego—la oyó decir. —Debería saberlo, comandante. ¿No le dedicaste los últimos meses de su vida a la investigación de mis crimines? —Erika arrojó el arma entre los demás árboles del claro y se apartó de Marceline. —Si quieres pelear levántate. No me digas que trabajaste tu figura solo para tener a todo el ejercito babeando tras de ti—. Comentario tal le hizo hervir la sangre a Marceline y su cara cambió. —Levántate y demuestra lo que tienes, Abadeer—culminó Erika sin miedo.

 

Marceline se puso de pie. Ni bien recuperó la compostura se arrojó sobre ella y respaldándola contra un árbol la acorraló apretando su cuello con su antebrazo derecho, obligándola a quedarse quieta para no asfixiarse.
—Yesyca Lucille Bauer—dijo—Dieciséis años falsos, cumpliste diecisiete en junio—dijo cortando sin piedad un costado de su cuello con una navaja que sacó rápidamente de su bolsillo. —Huérfana desde los quince, tus padres fallecieron en accidente automovilístico en mayo del dos mil trece—dijo reteniéndola donde y como estaba; Yesyca mantuvo su mano sobre la herida para evitar sangrar más de lo que podía. —Tus tutores legales son tus tíos paternos, con quienes no tienes contacto desde que todo esto comenzó. Que gesto tan noble tuviste al no obligarlos a guardar relación en esto, el único que vi de tu parte desde que tuve la desgracia de conocerte—espetó enredando el sedoso y largo cabello de su oponente en su mano izquierda para tirar de él y arrojarla al suelo.
Sin darle tiempo de hacer otra cosa que gritar, tomó el cartucho de su arma del suelo y lo guardó; se acercó nuevamente a Yesyca y tomándola de la pierna cortó sin miedo de manera horizontal tres veces por sobre su pantalón, viendo como la tela absorbía la sangre tiñéndose de un oscuro color que iluminó sus ojos al contemplarlo.  Ni bien oyó sus gritos se deshizo de su zapatilla izquierda y le dio una cruel estocada en el tobillo desnudo, asegurándose de que no correría a ningún lugar.
—No manejas armas de fuego, pero no puedes presumir talento con las armas blancas, tu fuerte es la actuación—dijo acercándose a ella, mirándola desde arriba con un aire arrogante que a Marceline le encantó tomar. —Corres rápido y eres astuta, siempre te las ingenias para escapar, pero no predices lo que harán los demás, se te da bien la improvisación—. La chica le pisó el estómago robándole el aire a Erika, quien, negándose a quedarse allí tendida, hizo acopio de todas sus fuerzas (y de las que tuviera su hermana) para ponerse de pie, lo cual no le salió muy bien; respaldada en un árbol clavó su mirada furiosa en Marceline. —Tus cuentas en las redes sociales dejaron de existir, dejaste de asistir a la escuela, no volviste a tu casa, desapareciste— continuó Marceline pegándole una patada alta en la mandíbula haciendo que volviera a caer al suelo. —Te ayudó tu falta de amigos—añadió—. Te refugiaste en la lujosa mansión Edgewood—escupió molesta—, la primera en verte allí, de pijama y acomodada entre los lujos que él te proporcionaba, fui yo—dijo con un atisbo de celos en la voz —Pero nadie me escuchó, ¿por qué lo harían? Edgewood era uno de los contactos más importantes de mi padre, hasta ayer por la tarde, cuando te encargaste de él de manera bastante efectiva—expresó con la voz cargada de odio. —Inteligentemente me condujiste a tu trampa y yo caí en ella. Que idiota…—se lamentó a la vez que la miraba con desprecio.
—Ya no sé de que hablas—clamó Yesyca por sobre su hermana haciendo lo que podía contra el dolor físico que las heridas causadas por Marceline le proporcionaban y aquel que emergía desde lo más profundo de su pecho, aquel deseo irrefrenable por arrancarle la piel de un mordisco y saciar su repentino hambre.
—¡No finjas! —le gritó Marceline—Ya no sirve—exclamó, embistiéndola con su navaja, ataque que Erika evitó rodando hacia un costado por el suelo.

Marceline cayó de bruces y Yesyca intentó utilizar su momento de debilidad para ponerse en pie.
—Eres una desgraciada. No sé como lograste hacerme caer ni donde está o qué hiciste con Marshall, ¡pero vas a pagarme cada gota de sangre que derramaste!— bramó furiosa para luego atacarla por la espalda, inútilmente, ya que tras dos pasos Yesyca cayó nuevamente al suelo. —Te detesto, ¡de veras te odio! —sollozó molesta ante las lagrimas que se le resbalaban. Erika sonrió ante tal comentario y en un abrir y cerrar de ojos le arrebató la navaja y le cortó el rostro a su oponente, arrancándole un alarido de dolor.
Marceline retrocedió unos cuantos pasos cubriéndose la cara. El corte iba desde el inicio de su ceja derecha atravesando su ojo llegando hasta su mandíbula. De pronto su vista se vio obstruida por su propia sangre.
Erika cortó la parte inferior su jean y se vendó el tobillo apretando fuerte la tela para detener el sangrado a pesar de no serle muy efectivo, el corte que Marceline le había hecho era muy profundo como para retenerlo nada más.

—¿Puedo ayudarte? —le preguntó Jeff colocándose junto a ella de cuclillas.
—¡Oh, será mejor que empieces ya tu viaje a Los Ángeles porque ni bien salgo de esta el siguiente eres tú, maldito! —advirtió la chica furiosa, odiándose a sí misma por haberlo seguido. —¿Qué demonios haces con esa cámara? —le preguntó al verlo con la cámara de video de Kioyu.
—Documento la pelea final—sonrió emocionado.
—¿De dónde la sacaste?
—Estaba junto a la ventana, ¿realmente importa?

Marceline se limpió la sangre con su blusa, tiñéndola de rojo al momento. Al estar su oponente distraída, aprovechó aquello para buscar con la mirada su arma y la vio oculta entre unas cuantas hojas secas a unos pocos metros de ella.
Ni bien se movió Erika lo notó, haciendo que su hermana reaccionara.
—Dame tu cuchillo—le ordenó a Jeff, quien llevó su mano hacia atrás le entregó su cuchilla, reluciente como siempre.
—Vamos, Yesy, yo sé que tú puedes, ¡acaba con ella!—la animó quedándose donde estaba.
 
Algo coja y no muy bien equipada Yesyca se enfrentó a Marceline impulsada por Erika, de quien en verdad no podría escapar, pero ni bien estuvo a medio centímetro de ella, la muchacha le apuntó con su arma una vez más.
La expresión de Yesyca cambió drásticamente.
—Esa era la cara que quería ver—se deleitó Marceline con gusto, indiferente a la sangre que le corría por el rostro.
Erika intentó una vez más desarmarla pero Marceline bloqueó su ataque, tomó su brazo y lo dobló llevándolo detrás de su espalda, haciendo que Yesyca se arrodillara dándole la espalda a la vez que rugía de dolor por la molestia de la presión.
Mucha confianza—ironizó Marceline con un tono de voz irritante para Erika. —Eso es malo. Nadie es tan bueno como cree—repitió, soltándola bruscamente para dejarla boca arriba, presionando su pecho con el pie derecho para que no intentara levantarse. —No me importa ir a la cárcel sí sé que hice lo que debía antes—dijo quitándole el seguro al arma. —Me gustaría decir que fue un placer—continuó, apuntándole sin titubear. —Nos vemos en el infierno, Bauer.

Y disparó.

***

Yesyca no vio pasar su vida frente a sus ojos como el mito dice. En lugar de eso, todo se oscureció. Vio por última vez la figura de Marceline y continuo a esto vio como la engullía una oscuridad que tras hacerla desaparecer se comió todo el entorno hasta dejarla suspendida en la nada.
 Sintió un calor envolviéndole el pecho de manera reconfortable, como si se tratara del intenso sol de verano abrazándola. Luego, toda sensación física desapareció. Tenía la sensación de estar flotando en medio de la nada, suspendida en un espacio sin gravedad; se sentía perdida, pero no sentía miedo. De un momento para otro perdió su capacidad de compresión y se desconoció a sí misma. Un remolino de sensaciones la atacó y a la vez no sabía distinguir ninguna de ellas.

Escuchó su nombre pero lo sintió ajeno a ella.
«Yesyca…» murmuró una voz no muy lejos.
Luego gritó.
 «¡Yesyca!» escuchó, e indiferentemente volvió su mirada hacia un costado para enfrentarse a la imagen de un muchacha joven vestida de blanco con una expresión desesperada en su rosto.
 Los ojos verdes  que la contemplaban con desesperación, a la vez que sus manos intentaban alcanzarla inútilmente mientras algo tiraba de ella lejos para alejarla de su objetivo, se oscurecieron lentamente. Su oscuro cabello se confundía con la negrura del lugar pero aun así le era visible.
«¡Dame la mano!» bramó desesperadamente, pero Yesyca no tuvo reacción.
La muchacha seguía aullándole su nombre a la nada con una fuerza que iba siendo opacada por otra mayor a la vez que la hacía tomar distancia a grandes pasos.
«Erika…» pensó al reconocerla por ver como peleaba incansablemente contra la fuerza que la reprimía y la alejaba.
«¡Yesyca, por favor!» le suplicó la muchacha con un brillo en los ojos que no había visto nunca antes en su mirada.
Su hermana gritó su nombre una vez más y luego la vio desaparece.

Yesyca sentía su cuerpo liviano como una pluma y su mente estaba en paz. Un silencio indescriptible se adueñó del lugar y un frio intenso le presionó el pecho. «Así que esto es lo que me queda después de ella» se dijo a sí misma «La nada…» le murmuró al frío y la oscuridad que velaban por ella pensando en Erika.
Yesyca sonrió. «¿Así se termina? ¿Lo que le sigue a la vida es la nada?».
 Su pregunta no recibió respuesta, su voz se extinguió consumida por la misma nada que ahora era todo lo que Yesyca tenía, lo único que se hallaba a su alcance.

«Nada».

***

 

Unos cuantos pájaros salieron volando, chillando ante aquel estruendo que rompió el calmo silencio de la tarde.
No satisfecha con eso, Marceline disparó dos veces más.
Observó los ojos de su oponente perder brillo y color hasta cerrarse y la vio a ella ceder completamente. Luego se apartó del cuerpo. Un escalofrío bailó en su espalda y su mano tembló.

—Si hubieses dicho “Nos vemos en el infierno, perra” hubiera sido mucho más épico.

Marceline se sobresaltó y levantó el arma una vez más, dirigiéndosela directamente a la cara de Jeff.
—¡Tranquila! —expresó levantando las manos, con la cámara de video en la derecha. —Solo decía—dijo. —Estoy en son de paz. No pienso pelear—dijo rodeándola para llegar al cuerpo de Yesyca.
Marceline no bajó la guardia ni él le sacó los ojos de encima hasta no llegar a donde quería.

—No puedo creer que la mataras—expresó atónito—En serio está muerta…—musitó arrodillado junto al cuerpo de su amiga, aun sin soltar la cámara.
El siguiente en la lista de muertos del día sería él, sin lugar a dudas.
—Perdona la sinceridad, pero no te tenía fe a ti. Apostaba por ella—dijo el chico mirando a Marceline. —Ahora apostaré por él…

Jeff silbó tres veces continuas y ni bien el llamado terminó Marceline sintió como el doble de su peso
se arrojaba sobre su espalda. Entró en pánico al sentir el gruñido de un perro en su nuca. Gritó y se alborotó un poco, recibiendo una mordida en su muñeca izquierda; Dark se prendió a su muñeca y no la soltó, se apartó un poco de ella y empezó a tirar bruscamente de la extremidad de la chica sin piedad. Desesperada por librarse del agarre, Marceline disparó dos veces a la nada con la intención de asustar al animal y así lograr que la dejara libre, pero no funcionó. Sintiendo insoportable los colmillos del perro incrustados en su piel y el tironeo constante que empezaba a desgarrarle la mano, le apuntó directamente a él. Una vez más descargó dos balazos sobre su víctima. El perro soltó dos quejidos, aflojó la mandíbula y cayó a un costado, soltándola.
Marceline respiró aliviada y se sujeto fuerte la muñeca rodeándola con la mano que le quedaba libre. Aun sentía que el corazón se le salía del pecho, pero recordó que no estaba sola, tomó su arma nuevamente a pesar de sentir insoportable el dolor de su muñeca al soltar la zona herida, a lo que se le sumó el ataque sorpresa del último actor de la escena en pie.

—Dos a cero—la felicitó—Ya casi ganas—dijo—Pero aun puedo anotar algunos puntos yo…—expresó sonriente, tomándola del cuello.
Marceline soltó el arma en acto reflejo al sentir las frías manos de Jeff presionar fuertemente de su cuello a la vez que la levantaba.
La vista de la chica comenzó a nublarse y apenas si distinguía los desorbitados ojos celestes de su atacante observando sonriente como ella se quedaba sin aire.
Repentinamente, se sintió caer al suelo. Ni bien pudo tomar aire, comenzó a toser desesperadamente.

—En serio no creía que fueras a matarla—oyó que le decía la voz lejana. —Y aunque ya no sea muy relevante, ella no fue la responsable de acabar con tu familia—dijo—Aun así, el dato sirve, ¿no crees?
 Marceline frunció el ceño disgustada.
—¿Muerta y todo vas a defenderla? —preguntó frotándose el cuello.
—Muerta y todo la oigo decirme que te arranque esos lindos ojos que tienes—ladró Jeff a medio centímetro de su rostro, haciendo que sintiera su aliento. —Esos lindos ojos que deseó sacarte desde que los vio desprender luz tan irresistible… —murmuró, intimidándola por la cercanía que mantenía y la entonación empleada. —No se ahorraba aquel detalle, te detestaba y se lo decía a todo el que se cruzara en su camino—sonrió—Y mira como terminó.

Marceline mantuvo la boca cerrada sentada la raíz de aquel árbol que le servía de respaldo mientras presionaba su muñeca para no sangrar mucho más y regular el dolor que le daba. A él no lo conocía más allá del apodo «el chico de buzo blanco», quien había participado en muchas persecuciones, pero no sabía quién era ni cómo reaccionaba, tampoco iba a preguntarle.


—¿Qué sabes? ¿Cómo estás tan seguro de que no fue ella la responsable de la muerte de mi padre? —preguntó, quieta, nerviosa.
—Ella no quería a tu padre ni a tu hermano, ¡quería matarte a ti! —le espetó. —¿Qué, no escuchas cuando hablo? Que maleducada...
Marceline intentó acercarse a su arma.
—Ni lo sueñes preciosa, conmigo no, tus juegos no, las reglas las pongo yo —dijo tomando el arma para luego arrojarla lejos. —Tan bonitos ojos tienes que no ven bien—se burló. —¿Aun no te das cuenta? ¡El millonario es el culpable de todo esto! — le escupió con ánimos. —Desde antes de que empezara incluso.

Marceline vaciló un momento ante sus palabras. «¡El millonario es el culpable de todo esto!». Aun sin encajar por completo, varias piezas de un rompecabezas se asomaron a ella.
De repente pareció sorprenderse.

—Creo que le debes una visita a tu amor imposible y él a ti una explicación—le sonrió Jeff. —Bueno, basta de charla— expresó juntando las manos en un aplauso para luego frotarlas. —A ver a que podemos jugar…— dijo con aire pensativo. —Contaré hasta cinco—dijo—Tienes que correr, esconderte o escapar.
Marceline, desentendida lo interrogó con la mirada.
—Va en serio. Corre, escóndete o huye—le advirtió. —¡Uno!
Marceline tastabillo.
 —¡Dos!
Una vez de pie corrió en dirección contraria a él.
—Tres…
Con la cara hinchada y cubierta de sangre, la remera totalmente empapada de ella, su muñeca triturada pero las piernas en perfecto estado, comenzó a correr.
—Cuatro—escuchó ya más lejos de ella. —¡Cinco!


Pero Jeff no iba a perseguirla en verdad, solo quería asustarla y hacer que se fuera.
Se dio la vuelta y observó una vez más la escena que acababa de grabar como espectador sin intervenir en ningún momento. Tomó la cámara, paró de grabar y la cerró. Se colocó junto a Yesyca en cuclillas y tomó su mano para hacer que pasara cuatro dedos por debajo del agarre del aparato, dejándolo sujeto a ella. Luego, la cargó en brazos.
—Las patadas que me darías en este momento si pudieras por estar haciendo esto…—le murmuró como si solo estuviera dormida. —A ver si tu novio me deja salir vivo de esta—se rió—Lo más irónico es que esta vez no hice nada y aun así va a matarme precisamente por eso.

 

***


Marceline condujo como pudo hasta por una ruta poco transitada. Una vez en su casa se internó en su baño, se quitó el calzado de dos patadas y se desvistió en tres movimientos. Se metió debajo del chorro de agua fría de la ducha sin fuerza suficiente para regular la temperatura del agua. Tembló ante el tacto helado del agua pero lo que le congeló la sangre fue ver el agua teñida de rojo por sus propias heridas. Se miró la muñeca. Limpia no daba la impresión de ser tan leve, tendría unos siete centímetros de profundidad, pero bajo el agua no le dolía. Intentó moverla y se desgarró de dolor. Se sentó en el suelo embaldosado de la ducha y abrazó sus piernas oprimiéndolas contra su pecho. Al cerrar los ojos sintió una molestia en el parpado. Conduciendo su mano al lugar que le causaba malestar sintió horrorizada la profundidad del corte que Yesyca le había dado. Se puso de pie, hizo a un lado la cortina y se enfrentó al espejo. Su ojo derecho seguía donde debía se pura suerte, solo había sufrido un derrame, su cornea estaba completamente roja. A pesar de verse como algo grave, Marceline no lo sentía siquiera, el corte le molestaba al tensar la piel y tocarla, pero de no ser por eso no se veía afectada. Seguramente le quedaría una marca.
Cerró el  agua y se envolvió en su bata, tomó una toalla más y envolvió particularmente su muñeca herida que aun sangraba demasiado. Tratando de apañárselas con una sola mano buscó el botiquín de primeros auxilios. Destapó la botella de alcohol y sin pensarlo lo volcó sobre su herida para luego maldecir y gritar entre dientes. Tomó un trozo de gaza y lo colocó sobre la mordedura  abruptamente y se vendó a si misma lo mejor que pudo. Intentó articular cualquier movimiento sencillo con dicha mano una vez finalizada su tarea. No podía permitirse flexionarla demasiado pero le alcanzaba para vestirse con normalidad.
En su mente había mucho ruido, sin contar con lo que sentía: ansiedad, ¿Qué había hecho? ¿Cuánto tararía en sospechar de ella?; miedo, ¿era cierto lo que le había dicho el chico de buzo blanco? ¿Kioyu estaba detrás de todo eso?; nervios, ¿Qué iba a hacer ahora? Había actuado casi por impulso, no planeó que haría posterior a eso, asesinar a Yesyca había terminado por no resolver nada, no sentía el alivio que esperaba, en cambio había empeorado.
—Estoy perdiendo la cabeza…—dijo tirando su cabello hacia atrás con los ojos llenos de espato. —¡Voy a convertirme en uno de ellos!—exclamó horrorizada.
—En cuestión de horas, sí.

Marceline dio vuelta lentamente y se enfrentó al muchacho que había estado con ella en el bosque junto a la puerta de su habitación.
—Te encontré…—dijo él, dejando que se extendiera por su rostro una sonrisa macabra. —Se acabó el juego—expresó serio.
Por unos segundos se quedaron en silencio.

—¿Qué piensas hacerme? —preguntó ella inmóvil ocultando el miedo que podría llegar a verse plasmado en su voz.
—No tengo idea, preciosa—le respondió el intruso. —Muchos otros pervertidos sí sabrían qué hacer en este momento, pero lo de hace rato me dejó algo… mal—dijo acercándose a donde estaba ella. —No me presenté contigo. Soy Jeff. Pero eso no importa —dijo mientras ella lo seguía con la mirada sin mover un pelo. —Yo nunca fui la estrella aquí… pareciera que no, ya que el elenco de la obra es bastante extenso, pero todo se resume a los tres actores principales, entre los cuales estás tú, Marceline Abadeer—expresó con algo de parsimonia. —No vine aquí para otra cosa que no sea recordarte que lo que hiciste estuvo mal—dijo con un aire desinteresado. Jeff se colocó a medio paso de ella para que lo mirara a los ojos. —Me resulta raro no tener deseos de… apuñalarte repetida y violentamente para verte morir—admitió tomando un mechón de su cabello.
Marceline no presentó quejas, se quedó paralizada ante el suceso y él parecía estar pensado en silencio.
—Adoraba el cabello de Yesyca—le dijo haciendo que Marceline sintiera algo de incomodidad. —Nunca se lo vi húmedo, desprolijo o dañado. A ella le molestaba que jugara con él—dijo soltándolo. —Le gustaba llevarlo suelto—añadió—. También adoraba  molestarla. Me encantaba seguirla, saber que hacía.
—¿Crees que me importa escucharte o que lamento lo que hice? —lo interrumpió ella con el ceño fruncido.
En un arrebato bruto Jeff tendió a Marceline en el suelo y le cubrió la boca con la mano mientras empuñaba con fuerza su cuchillo contra el abdomen de la chica. Marceline sintió su corazón pegarle fuerte contra el pecho.
—Es conveniente que escuches, muñeca, escucha con atención—le murmuró Jeff mirándola fijamente a los ojos —No me hagas desear haber intervenido cuando pude, no me hagas sentir culpable —dijo con un tono de voz seco—, en cambio me encargaré de que vivas con esa maldición—le sonrió. —No podrás lavar nunca de tus manos su sangre. La odiabas y ahora estarás condenada a tenerla siempre a tu espalda, su fantasma caminará contigo a donde quiera que vayas, te visitará cada noche en tus peores sueños... —murmuró complacido—La verás en cada espejo que te reflejes—dijo observando con atención como intentaba mantener la calma—Te llevará a la locura ida y vuelta las veces que necesite hasta que no puedas volver.
Marceline se quedó petrificada con la mirada clavada en los azules, opacos y desorbitados ojos de Jeff. No dijo ni hizo nada, él aun no la soltaba.
—Ella tiene quien lamente su muerte, quien la recuerde—expresó con algo de pena en la voz—Pero, ¿quién te recordaría a ti si decidiera simplemente acabar contigo en este momento? —preguntó haciendo presión sobre su abdomen con la cuchilla.  
Marceline cerró los ojos con fuerza y respiró agitadamente a travez de la mano de su opresor, luego escuchó a Jeff reírse maniáticamente mientras se apartaba de ella.
—Mataste al asesino equivocado. No arreglaste nada aún— le dijo ya junto a la puerta. —Si él no acaba contigo mañana, espero que sepas esconderte, porque te voy a buscar—le dijo dándole la espalda. —Y voy a encontrarte. —le advirtió—Que duermas bien, no dejes que el peso de conciencia te muerda.


***

El cuerpo de Yesyca se encontraba tendido sobre una mesa metálica en una habitación subterránea de la mansión, una de las pocas cosas allí que ella nunca había descubierto.
Kioyu la observaba inerte. Su piel aun tenía color, todavía percibía su perfume y el aroma de su cabello, la fragancia floral que la cubría destacaba junto a la humedad del lugar.

—Ella no debería estar aquí, no así—dijo con voz ronca apartándose de la camilla apretando los puños en un intento por contener la rabia que la imagen le daba.
—Tú  me dijiste que la trajera aquí—le recordó Jeff respaldado en la pared cruzado de brazos.
Kioyu lo fulminó con la mirada.
—Tú debías vigilarla—le dijo con frialdad—Procurar que no hiciera una locura—tomó aire antes de continuar. —Recuérdame qué hacías en lugar de eso.

Jeff mantuvo la boca cerrada.
Ambos se miraban con mala cara, parecía que Yesyca se había llevado con ella el humor de ambos.
—Jugabas a ser cineasta—continuó Kioyu acercándose lentamente a él. —Yo no recuerdo haberte dado la orden de que grabaras nada—. Kioyu se detuvo frente a él, quien mantenía los ojos fijos en los suyos. —¡No era tu encomienda seguirla para verla morir! —le gritó.
—¡Si tanto la querías, ¿por qué demonios no la cuidabas tú?! —respondió el muchacho exasperado.
Por un momento creyó que iba a sonreírle, pero eso no pasó.
—Si fuera tú lo pensaría dos veces la próxima vez antes de responder así, Jeff.
—¿Es una amenaza? —se rió—Me culpas por la muerte de tu novia ¿y para colmo me amenazas? —Jeff no parecía tener miedo y al caníbal no le gusto el detalle. —¿Qué harás? ¿Vas a matarme a mí también? —continuó al ver que no le daba respuesta —¿Quieres que te sirva de postre luego de que digieras el plato principal?
—Una más y vas a ser la entrada.

Ambos se quedaron en silencio, sin parpadear siquiera.
—No te necesito más aquí Jeff, vete—le ordenó el millonario dándole la espalda.
Jeff seguía en su lugar sin mover un músculo.
—¿Qué harás con ella? —le preguntó sin mirarlo.
—Cremaré el cuerpo—dictaminó sin pensarlo mucho.
—No me refería a Yesyca.

Kioyu mantuvo toda la calma posible y luego le respondió.
—No te incumbe.
—¿Vas a dejarla con vida?
—Dije que no te incumbe—repitió volviéndose hacia él.
—Yo la mataré si tú no lo haces.

A diferencia de muchas otras veces, Jeff estaba hablando muy seriamente, sin un rastro de júbilo en su rostro.
—¿Por qué no evitaste que esto pasara si tanto ibas a dejar que te afectara el hecho de que muriera? —le preguntó Kioyu realmente interesado en su hambre de venganza. —La querías—observó serio.
Jeff hizo una mueca rara.
 —Vete, Jeff—le ordenó.
Jeff sonrió y se cubrió el rostro con la capucha de su buzo.
—Quiero ver quien logrará acercarse a ti de esa manera después de ella—murmuró al pasar junto a él para luego salir de la aislada habitación y poner los pies en tierra firme.


Kioyu se quedó unos minutos más junto a la mesa donde solía triturar los cadáveres de sus víctimas que le servía en esos momentos de soporte al inanimado cuerpo de Yesyca.
Tenía tres perforaciones en el pecho causadas por las balas que arrastraron con ellas su vida, el tobillo demacrado y la pierna con múltiples cortes, sin contar los de su cuello.
Descargó su puño contra la mesa arrancándole a esta un estruendo metálico. La mano izquierda de Yesyca cayó junto a su puño cerrado como efecto secundario del golpe. El anillo que le había regalado meses atrás brilló cuando la luz se reflejó sobre él. Kioyu la tomó con delicadeza, sintiendo lo fría que estaba, su cuerpo ya había perdido la temperatura. Enderezó la espalda y volvió a contemplarla como solía hacer cuando ella dormía. Aun muerta no podía sacarle los ojos de encima. Le dedicó una última caricia apretando fuerte su mano, le quitó el anillo y luego la soltó.
No podía evitar sentirse algo culpable ni lograba controlar el enojo que la situación le daba. No daba crédito a lo absurdo que era todo eso.
—¿Qué puedo hacer por usted, señor? —le preguntó Alicia al verlo tan inquieto, algo poco normal en él.
—Dejarme solo—le respondió fríamente.
La señora solo asintió y se retiró del lugar sin decir más.
Sería una noche larga.

***


Marceline no durmió esa fría noche de invierno.
 Se la pasó en vela analizado las pruebas una y otra vez. Todo parecía concordar y su peor miedo se hizo realidad: desde el primer momento Kioyu había estado un paso delante de ellos.
Recordó los pensamientos que había tenido hacia su persona y la manera en que él había logrado atraerla. Se odió a sí misma por haberlo visto de esa manera y le dio asco el solo pensarlo. Recordó todo lo que hizo por ella. Internó a Finn en un psiquiátrico, donde ella lo había enviado directamente a la morgue. Había desviado la investigación múltiples veces cubriéndose a sí mismo, seguramente la mitad de las desapariciones eran obra de él, niños de todas las edades, gente joven, adultos; Marceline comenzó a desesperarse, la masacre en la fábrica abandonada, la desaparición de Fionna y Marshall, la muerte de su padre, todos esos crímenes tenían un mismo autor.

 

 

En parte estaba indignada, su mayor contacto desde siempre había sido el traidor pero en parte sentía que estaba perdida, ella y todo lo demás, ¿qué pretendía? ¿Enfrentarlo?
 
—Debes confrontarlo—se preguntó a sí misma—Si es necesario, matarlo…
Era consciente de que su juicio se estaba yendo por la borda pero ya había llegado hasta allí, no podía retirarse restándole solo una pelea más antes de terminar con eso de manera formal.
 

 

El día pasó rápido, las horas volaban frente a ella mientras su mente maquinaba cada paso que daría a partir de ese momento. Logró recuperar unas horas de sueño por la tarde y luego decidió comer algo para reponer energías, presentía que las necesitaría.
Cuando el reloj marcó las once de la noche, se recogió prolijamente el cabello para que no le resultara molesto, cambió el vendaje de su muñeca, tomó sus armas, las llaves de su camioneta y se dirigió a su objetivo sin darse tiempo a pensarlo una vez más.
 En el trayecto a la mansión se imaginaba los diversos panoramas de su enfrentamiento, podía sorprenderlo y hacerle escupir a amenazas la verdad. Algo la hizo reírse, sabía que eso no iba a pasar. Algo en su interior deseaba que no fuera tan fácil, repentinamente no le daba miedo la idea de enfrentarse a él, en cambio estaba ansiándolo, deseaba descargarse y no veía mejor candidato que el desgraciado que le había arrebatado todo en la vida para ese puesto.

 Unas cuadras antes de llegar a la mansión,  estacionó su camioneta frente a una casa del mismo barrio y continuó a pie. Saltó el portón como toda una profesional sin hacer ruido. Trepó por el paredón lateral de la edificación hasta llegar a la que suponía era la habitación del dueño.
 Las luces estaban apagadas, al parecer él dormía. Lentamente se acercó, quitando el seguro a su fiel pistola. Apuntó sin titubear y antes de poder dudarlo destapó a lo que esperaba sería su víctima, pero en lugar de eso encontró con unas cuantas almohadas. Las luces se encendieron de inmediato desterrando a la oscuridad del lugar mientras una sorprendida Marceline observaba hacia la puerta, donde encontró lo que buscaba.
Vestía elegantemente con un traje negro y en su mano portaba un palo de bambú que al parecer utilizaba para defenderse de los intrusos.
Marceline…—dijo observándola detenidamente. —¿Qué ocurre que andas apuntando con tu arma?preguntó el sujeto caminando tranquilamente hacia el interior de su habitación.
La firmeza de la muchacha apuntándole hizo que detuviera su andar.
 
Ya lo sé, tú eres el maldito asesino que nunca fue encontrado—soltó ella haciendo que el millonario soltara una pequeña risa como respuesta.
Bingo, has acertado ¿Por qué mentiría a estas alturas? Después de todo, no puedes detenerme por esos delitosalegó en su defensa comenzando lentamente a caminar hacia ella.
Eso esperaba escuchar—dijo ella sonriente.
—Y tú ya no estás tan limpia como antes, ¿Cuánta sangre cubre tus manos? Ya no eres inocente—le recordó.
—Exacto—asintió ella—Ya no estoy al margen de los asesinatos en serie que ustedes iniciaron. Así que, ¿qué más da? Ahora puedo matarte —
declaró la oficial dando el primer disparo de, siendo este evadido a gran velocidad por Kioyu, quien logró conectar un golpe de su instrumento en la pera de la muchacha.
Marceline no tuvo tiempo de responder ya que repentinamente sintió la presión sobre su estomago cayendo sobre el piso alfombrado. Una patada fue suficiente para que la oficial casi cayera por la ventana, pero milagrosamente logró detener su recorrido colgando del marco mientras la mitad de su cuerpo aun permanecía dentro de la habitación.
Me hubiera dado pena tener que matarte hacia unas horas confesó Kioyu—Pero ya no—dijo, dispuesto a finalizar su trabajo.
Justo antes de que eso ocurriera, los dos pulgares de Marceline tocaron sus manos y el cuerpo de Kioyu recibió un fuerte choque eléctrico, haciendo que él en una reacción involuntaria soltara el trozo de bambú y retrocediera aun con espasmos luego de tal impacto.
La muchacha se reincorporó quitando de sus labios un poco de sangre, consecuencia del primer golpe que el millonario le había propinado. Se quedó observando como todavía se desprendía humo de la ropa chamuscada de su rival y su rostro se había recubierto por sangre que había escupido previamente.
No puedo creer que aun sigas con vida—dijo molesta—Supuestamente esto sirve para matar personas con el doble de tu tamaño, puras patrañas se quejó lanzando los electrodos al suelo, ya que solamente servían para un contacto.
 Sin mucho que pensar, decidió proseguir con las armas de fuego, recuperando la que había perdido en el conflicto previo, para luego desenfundar otra que guardaba en su costado derecho.
¿Dos? —observó Kioyu poniéndose de pie—Veo que tu hermano te dejo algosonrió tranquilamente apuntándole con su propio revólver.
 Ambos esperaron en silencio que el otro hiciera algún movimiento y al unísono avanzaron, comenzando un intercambio de disparos. El tiroteo destruyó por completo los lujosos muebles del lugar y ninguno de los dos salió ileso ante tal escándalo: dos balas rozaron el brazo izquierdo de Marceline y una logró alcanzar su extremidad derecha; Kioyu había recibido al menos tres disparos directos al pecho pero el chaleco que portaba oculto tras su camisa lo habían salvado. 

Ambos se encontraban frente a frente, apuntando con sus respectivas armas a la cabeza del otro. Los dos jalaron el gatillo a la vez con la misma seriedad, pero en ese momento se percataron de que no tenían más municiones. Kioyu soltó su arma llegando de un salto a un cajón que había caído tras la balacera, tomando dos elegantes cuchillos como armamento. Marceline no perdió tiempo, utilizando la misma maniobra para tomar de su cintura un cuchillo milita, aun así ahora era el millonario quien tenía ventaja.
La lucha volvió a iniciarse cuando ambos intercambiaron cortes, Marceline logró evadir los tres primeros, pero el cuarto consiguió abrir una herida en su mejilla, tiñendo de rojo el filo del cuchillo de su oponente. La joven no mostró signos de dolor, utilizando el momento para cortar profundamente el hombro de quien había sido su amigo, logrando que este retrocediera. Aun así ella sabía que el corte había sido menor debido a la protección de la que él disponía.
 
No está mal declaró el joven observando su herida para luego clavar la mirada en su rival, limpiando el cuchillo prolijamente con su lengua.
 Ante esto Marceline cargó con furia contra su rival iniciando un nuevo intercambio más violento. Kioyu logró cortar repetidas veces a Marceline, las heridas más significantes estaban situadas en sus hombros de los cuales surgían dos charcos de sangre que teñían de bordó la chaqueta marrón que la abrigaba esa fría noche. Marceline había logrado cortar a su rival pero la protección limitaba el rango de sus heridas.
 
Si sigues con esto no podrás sobrevivir—le advirtió Kioyu mirando con frialdad a quien se había convertido en su presa.
Sus ojos no reflejaban humanidad, en aquel momento parecían sólo responder al deseo de ver sangre. La muchacha sonrió ante éstas palabras, soltando su cabello antes de comenzar a hablar.
 
Estoy aquí por el deseo de matarte, sin seguir reglas ni obligaciones… dijo sonriendo sinceramente ante el hecho de estar peleando, quitándose su chaleco, dejando ver una camisa simple de color blanco manchada por completo de rojo y varios cintos marrones que se ajustaban a su figura. Los cintos parecían contener diversos bolsillos, los cuales alojaban municiones y otros artefactos típicos de una agente entrenada. Nunca había sentido tal libertad y puedo decir que lo disfrutó culminó antes de hacer un rápido movimiento con el que casi decapita al caníbal de no ser por una rápida evasión que dio lugar a un contragolpe, evadido con efectividad por la agente, quien ahora parecía estar luchando sin preocupaciones.
Esa es la filosofía de los asesinos respondió Kioyu acorralando a la chica contra la pared con ayuda de sus dos cuchillos superpuestos uno del otro en forma de cruz.
Un movimiento y el combate terminaría.
 Lejos de matarla, el millonario aprovechó para sentir los labios de la muchacha,  quien aun a regañadientes pareció disfrutar el corto periodo en el que permanecieron unidos antes de que el joven retrocediera girando sus cuchillos en ambas manos.
—Perdona, realmente me dejé llevarse disculpó mirándola fijamente. Es que eres tan parecida... —dijo retomando su mirada fría.
Marceline se sentía estúpida por aquel momento de debilidad, el cual no le permitió utilizar ese lapso de tiempo para matarlo sin más.
 
No soy igual a Bauer—dijo ella levantando la cabeza para dedicarle su mejor mirada asesina. —Soy mucho mejorfulminó tomando con su mano libre una granada de uno de sus bolsillos.
La lanzó hacia su rival sin pensar y saltó por la ventana que había quedado justo a su espalda, cayendo en el piso para evitar la explosión que pareció retumbar por toda la edificación.
 Más segura y confiada,  volvió a ingresar nuevamente para comprobar que realmente había vengado a su familia. Se sorprendió al ver como Kioyu aun seguía de pie. Había perdido un brazo y sangraba casi en la totalidad de su cuerpo, pero seguía consiente.
—Vaya, si que eres un hueso duro de roer—reconoció sonriendo.
 Ya estaba débil, no le costaría acabar con él en el estado que se encontraba.
Tomó un cargador para luego apuntarle con una de las pistolas que milagrosamente seguía en buen estado. La chica tragó saliva.
Suelte el arma escuchó a alguien decirle a pocos pasos de ella.
La muchacha volteó para ver como Alicia le apuntaba con un rifle.
 
Una vieja ¿es tu última carta?preguntó confiada la muchacha.
En ese momento soltó el arma vomitando una gran cantidad de sangre sin comprender que estaba sucediendo.
Veo que el veneno del señor ha hecho efecto—escuchó decir  la mujer—Me encargaré de sus heridas—le dijo Alicia a su amo, llevándose a Kioyu con ella, dejando a Marceline agonizando en el suelo.
 La chica luchaba por mantener sus ojos abiertos pero no pudo y finalmente la oscuridad eclipsó su vista.

Alicia llevó a Kioyu hasta la habitación subterránea, donde comenzó a intervenirlo quirúrgicamente.
 En un tiempo record de seis horas la mujer había reconstruido a la perfección la apariencia del millonario y había logrado salvar su brazo izquierdo con una perfecta reconstrucción.
Eres increíble—le reconoció el joven sonriéndole sinceramente en forma de agradecimiento—Por eso te tengo a mi lado desde hace añoscomentó al ver su cuerpo sin ningún rastro de haber sido quemado.

—¿Qué hago con ella? —le preguntó la mujer refiriéndose a Marceline.
 El muchacho se mantuvo en silencio un tiempo antes de responder.
 
Cúrala—le ordenó—Debo hablar con ella.
 

***

 
Marceline despertó con el brillo de la mañana que se filtraba por la ventana, se encontraba recostada en una cama lujosa y algo desorientada por el hecho. Entonces la figura que miraba por la ventana tomó ante sus ojos la apariencia de Kioyu.
Oh, esto es genial, me dejas muriendo y luego vienes a curarme—se burló—Eso no cambia el hecho que al salir de aquí te mataré—le advirtió la pelinegra levantándose de la cama.
Al momento notó que no tenía su ropa, si no una informal que consistía en una remera naranja y un short azul.
 
—¿¡Te atreviste a cambiarme!?— se alteró al percatarse del  hecho.
—¿Y qué si lo hice? —le preguntó frunciendo el ceño. —Casi me matas, tuvieron que reconstruirme el brazo ¿y te quejas por algo tan trivial? —se burló. —Yo no te puse ni una mano encima—la tranquilizó—Alicia se encargó por completo de ti—dijo sin inmutarse. —No me tienes que agradecer nada a mí. Si estás viva es por ella.

Marceline no añadió ningún otro comentario al asunto.
 —Asesinaste a mi padre y a mi hermano…—recordó la chica como si fuera cosa normal. —Jugaste conmigo. Nublaste mi juicio…
Kioyu se quedó escuchándola sin aportar comentarios.
—No voy a dejar esto así. Pero no puedo matarte con esta facha…—dijo mirándose a sí misma, aun sin aportarle gracia a lo dicho. —
Me iré—se decidió levantando la mirada—Pero voy a volver—le advirtió decidida. —Volveré por ti. Y no para vivir felices por siempre—le aclaró.

Kioyu podría haberle sonreído pero no le dio el aquel gusto.
—Pues la puerta está abierta, para cuando desees regresar a destruir el resto de mi casa, eres bienvenida—dijo el joven.
Marceline hizo caso omiso al sarcasmo del dueño del lugar, se calzó, tomó su chaqueta marrón y salió la habitación evitándolo.
Bajó las escaleras a trote y recordó que se suponía estaba armada.
—¿Dónde están mis cosas? —preguntó girando sobre sus talones, mirando al palco de la planta superior, buscando a Kioyu con la mirada.
—Tus armas han sido confiscadas, al igual que el resto de tus pertenencias—le dijo alguien a sus espaldas.
La chica dio media vuelta ante voz tan familiar y se quedó estupefacta ante lo que tenía en frente.
Vincent y varios de sus hombres rodeaban el vestíbulo apuntándole con armas y mirándola fijamente.
—Marceline Abadeer, quedas arrestada por el homicidio de Hudson Abadeer, Yesyca Bauer y el intento de homicidio de Kioyu Edgewood—sentenció el hombre con tono de voz firme.
—¿Q-qué? —preguntó desentendida.
—Tienes derecho a permanecer en silencio, todo lo que digas será utilizado en tu contra—continuó siguiendo el protocolo a la vez que se acercaba a ella con un par de esposas, llevando las muñecas de la muchacha a su espalda para luego aprisionarlas con dicho elemento.
—Esperen, ¡ustedes no pueden probar nada! —arguyó alterada.

—Tu arma fue la única hallada en la escena del asesinato de tu padre y curiosamente sus heridas coinciden con el calibre de la misma—dijo Vincent—, hay un video que muestra como asesinaste a Yesyca y la explosión de la habitación superior de la mansión Edgewood coincide con el alcance de explosión de las granadas que estaban bajo tu pertenencia—terminó, mostrándole uno de los cinturones que en efecto eran de ella, el cual contenía aun algunas armas.

Marceline levantó la mirada y vio a Kioyu observar la escena desde el palco, tan tranquilo como siempre.
—Ustedes no entienden, ¡es él! ¡Él es el culpable de todo esto! —gritó tironeando contra Vincent para soltarse. —¡No puede ser que vayan a caer otra vez! ¡No me hagan esto, por favor! —suplicó desesperada. —Solo escúchenme—pidió mientras la sacaban a rastras de la mansión.
Pero Vincent no le dio oportunidad aquella vez.   

—Se acabó, soldado—le dijo Vincent con decepción en su voz—Hasta aquí llegaste.



***

 

 

Epílogo

La muerte de Yesyca fue promulgada a penas se supo y se mostró todo lo anteriormente dicho sobre ella como un error, un montaje que un miembro mismo de la armada, había preparado para engañarlos a todos y cubrirse y protegerse.
Marceline, quien fue reconocida como dicho miembro y por lo tanto la traidora, fue condenada a cadena perpetua por múltiples homicidios en primer grado, el video recibido anónimamente en las oficinas de la fiscalía la incriminaban de manera clara y precisa en cuanto al asesinato de Yesyca. Tras la resistencia de la muchacha e insistencia de su inocencia, fue enviada a un psiquiátrico en Inglaterra donde reside actualmente como paciente.
Kioyu cremó el cuerpo de Yesyca y contactó a quienes habían sido sus tutores para entregarles los restos de su sobrina y lamentar su perdida.
Deimon nunca se enteró de lo ocurrido.
No volvió a saberse de Jeff.



                                   The (temporaly but posibility) en

 DALE FAV SI NO ESPERABAS ESE FINAL.
ah, que le pasaba.

RECETA PARA TENER ÉXITO CON TUS ESCRITOS:
1-escribi mucho mucho mucho
2-coleccioná watchers
3-abandonalos y tomate dos años sabáticos
4-volve con un final que ni vos sabías que ibas a escrbir
5-escuchá a los grillos cantar para vos

:dummy:

okey, ya, seriedad.
Hola gente linda <33
No puedo creer que haya terminado, enserio. Enserio enserio enserio, I have finished, bitches. ¡Terminé! me saqué cinco pesos de encima, soy libre, soy feliz :la::la::la::la: Ah
Y ni siquiera planeaba hacerlo así, enserio! Esta cosa iba tener segunda parte y todo pero los planes cambiaron. Tuve ayuda como siempre, sola no hubiera podido.
Estos capitulo más que el otro está atestado de emociones, situaciones y dialogos que nada que ver uno con el otro.
No, no pensaba, ni de cerca, matar a Yesyca. Pero, una fria noche de abril (? enterrada entre mis frazadas y abrazada a mi almohada, pensando ¿que voy a hacer con esa historia? una voz me dijo "Tenes que matar al principal" Y lo pensé musho, eh, la pelea entre las dos y todo, incluso
me organicé :v miren---> Pruebas  Ordené todo because no podía, me estresaba pensarlo y mandaba todo a la mierda y nunca avanzaba, tenia muchas cosas sueltas, no tenía planeado de un capitulo para el otro mandarlos a todos a matar. Tenía multiples colaboraciones del bien conocido y mi famosísimo co-autor Kioyu32 todas guardadas en word, cubiertas de polvo y telarañas. Cuando me decidí a matar a Yesyca dije "Antes de que se muera tiene que pasar esto, hacer esto, decir esto" y bueno, pasó, hizo y dijo, después la maté. CORRECCIÓN: La perra de Marceline la asesinó. Ahi queda mas lindo.
Tampoco tenía planeado mandar a Marceline presa y/o a un psiquiátrico, no, ella iba a ir a Londres no más(? pero me acordé de que mandé a Jeff a grabar el super clásico y dije "¿Por qué dejarla libre?"
Y en efecto, eso no pasó porque no quería dejarla ser feliz ni comer perdis. Tampoco tenia planeado grabar nada, pero cuando recordé que hace mucho mucho tiempo en un capitulo viejo, en una macabra escena de sangre y viceras voladoras, se mostraba que el caníbal gravaba su crimen,
por lo cual usé eso como herramienta para poder desatar una cadena de múltiples sucesos, por
eso me resultó útil(?)
Iba a ser todo un solo capitulo, pero todo junto era mucho para sta.sh, no podía con tantas
emociones, se sobre cargó y entre lagrimas me dijo "The file is too large to be saved" así que
tuve que dividirlo en dos hacer un 45-1 y 45-2. El epílogo es la cosa mas pedorra que escribí en años,
he escrito ridiculeces pero seamos honestos, ese mini parrafito es una caca :heart: pero sentí
que tenía que aclarar dos o tres cosas, como que fue de Marceline o de Yesyca.
 
Ahora voy a decir muchas cosas que pueden no importarles:

Me negaba a terminar la novela sin que Deimon y Yesyca se besaran porque él no existiria de no ser por ella (y por :iconhinarichii:) ellos iban a ser la pareja de la obra jajaja pero no, los planes  cambiaron ashí como si nada y Deimon resultó ser un infeliz. Que le vamos a hacer...
Jeff siempre me sirvió comodín en esta historia, siempre metido en todos lados y dando un aporte importante a las cosas, siempre me gustó mucho el personaje :heart: y entre tantas cosas en este fic, voy a extrañar escribir de y/o con Jeff.
A fines de 2014, principios 2015, tenía planeado involucrar mucho mas compleja y sentimentalmente al millonario y a Marceline creando escenas de vengaza pura por parte de Yesy, quien se reconciliaria con Deimon y se amigaría mucho más con Jeff, haciendo algo así como Los Tres Mosqueteros, asesinando juntos y contentos:D incluso tengo escenas escritas y guardadas, pero nunca las usé, nunca pasó eso(?
Mi co autor mandó a Deimon a España :'v y yo ya tenía planeado enviar a Marceline a Londres, -cuando los autores quieren deshacerse discretamente de los personajes que menos les gustan- pero en ese entonces Hudson no estaba muerto, al entrar en juego la muerte del padre, sumada a la desaparicion del hermano y la perdida del novio, algo me dijo "No puede hacer borrón y cuenta nueva, perdió todo lo que tenía, ¿se va ir a Londres y listo? hace que se vuelva loca" Entonces me puse a jugar con la cabeza de Marceline, haciendo que pensara que Yesyca era responsable de sus desgracias para darle el empujón ese, necesario para hacer que fuera y la matara. Acá entra Jeff y le abre los ojos(? después ella se enfrenta a Kioyu, escena que le debo a mi co- autor, of course, aplausos. Esa escena, saben cuando fue ecrita? Me envió la note un 8 de septiembre de 2014. Entienden? dos años XDD La modifiqué bastante porque el enfrentamiento no llevaba consigo un solo beso, si no dos, pero saqué el segundo (entre otras cosas) porque si yo voy a matar a alguien no termino besandolo. Osea hello, dignidad querida. Como ultima pieza del rompecabezas aparece Vincent, personaje que le debo a KhristophG4
El video se lo dio Jeff a la policia de manera anonima y Kioyu colaboró en la excavacion de la tumba de la muchacha denunciando su irrupción en la mansión por la noche.
Yesyca no murió en vano >:v
Okno.
No sé como es morirse, y no tengo intenciones de aberiguarlo, por lo cual espero que aunque sea por un momento en ese breve fragmento dedicado a ella y a Erika, se entienda que al separarse una de la otra no les queda nada y pos, se mueren.
El "te amo" entre el milonario y la joven difunta estaba planeado desde hace pffff, años. Ese mini dialogito -obvio, acá resultó editado- obtuvo origen en un chat. Antes de que se muriera tenía que besar a uno y amar al otro, como va a descanzar en paz si no?

Bueno,  el "IT MAY BE EDITED, may not"  -puede ser editado, puede que no- está ahi porque
como ya dije, nunca planee todo esto de esta manera, por lo cual en un futuro lejanísimo si no consigo una mejor idea que poner en marcha como proximo escrito, quizás considere editar todo esto. Pero no podía seguir dejandolo de lado, posponiendo todo, no perdí las ganas de escribirlo, amé escribir estos dos caps, enserio, pregúntenle a mi oso.

Las escenas escritas por Kioyu32 fueron las siguientes:
cuando Deimon es obligado a trabajar para el tal Jack
cuando muere Hudson
cuando Marceline y Kioyu se enfrentan
cuando Alicia le salva el culo al millonario

Aunque no lo crean la mitad de eso que escribió él me salvó el culo a mi, (a mi, al fanfiction, a todos menos a Yesyca :v) por esho mil grashiash :heart:

Creo que ya no me queda nada para decir ni para aclarar. Que estoy contenta nada más, satisfecha
con esta cosa (?) PARA MI  quedó bien. No pedí opiniones pero son momentaneamente bienvenidas. ahrr

Gracias a los que leyeron mi fic desde el principio, cuando todo era un dezastre hortografico :')
acá voy a hacer algunas menciones  porque  lo minimo que puedo hacer para agradecerles que me leyeran es eso;
:iconhda-wolf: Nahir no-sé-cuanto, mi peor crítica y fiel lectora, vos apareciste un día con ese lindo icon de un lobo naranja en mi panel de noticiaciones en la sección de comentarios, y así como apareciste te fuiste al pais de Nunca Jamás. No tengo idea de si la vida te pasó por encima a tan temprana edad (? pero que te  tragó la tierra te tragó la tierra, que onda, volve. Pelu te ama. </3
:iconficuscornio: vos, vos sos amor. Y aunque no lo creas no te olvidé, (a veces te stalkeo -u-)
perdón por no mandar un misero mensaje en whatsapp:'v gracias por haber estado desde que
este raro fanfiction era estiercol molido <3
:iconkhristophg4: Seguis vivo? Que sepas que Pelu ama a Vincent, gracias por prestarmelo
los ultimos años :heart: i won't forget you my friend. 
:iconkioyu32: a usted le agradezco desde que apareció en mi laif:meow: sin contar a tu  personaje que adsfdg. En fin, te agradezco en privado(?

Creo que no me queda nadie, los demás se bajaron del tren de seguidores porque más que fanfiction de hda o creepypasta era un relato de oc's entremezclados con los susodichos. Espero que les guste:la:

Pelu se va~
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Comments7
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Ficuscornio's avatar
La wea xD
No lo he leído y tampoco me he metido a da hace muuuucho por lo que olvide el ritmo de la historia, me metí a da para borrar mi cuenta y hacerme otra xD
Pero cuando vi que me mencionaste fue como "mmm, iré a verlo (?" Y me entero de que acabas tu fic :'v
Se siente extraño eso xD
Y lo de whatsapp, a mi se me borraron los contactos, así que no tengo tu número, otra vez, así que si te da, manda un mensaje y te agendo de nuevo :'vvvv
Cuando me cree la otra cuenta me tomare el tiempo de leer el fic entero, me demorare, pero valdrá la pena, porque cono suerte recuerdo un par de cosas sueltas por ahí :u