Nicholas Davis y Giuliana Bennett.

Nick era un muchacho joven, con son solo diecinueve años. Cabello castaño, ojos color café claro, de buena altura, delgado y con una sonrisa contagiosa. Hijo único de una familia cariñosa y normal como cualquier otra.
La personalidad del chico era dulce, un buen amigo si lograbas ganarte su confianza, el único capaz de lograr eso fue German Brown, un amigo de la infancia que había estado siempre con él, mas de diez años de amistad eran suficientes para entablar un vinculo de confianza bastante fuerte. Siempre estaban juntos, compartían gustos, sabían todo del otro, eran como hermanos, solo eso es necesario decirse. En el amor, al muchacho no le interesaba involucrarse con nadie, ya que ninguna chica le llamaba la atención, no por ser "exigente" en ese sentido, si no que nadie lograba hacerle sentir algo para tener una razón legítima al desear declararle algún tipo de sentimiento. Eso fue así hasta que conoció a Giuliana Bennett, una chica de quince años, cabello corto oscuro, al igual que sus ojos, que no contaba con mucha altura, tenia un lunar en su mejilla derecha, y era un tanto mas callada, detalle que lo dejaba a él en el lugar del hablador.
Abigail, (o Pelu como solían decirle de cariño) una amiga cercana a Nick, fue quien los presento; llegó un día como cualquier otro, abriéndose paso entre la multitud de alumnos hasta llegar a Nicholas y German, quienes estaban juntos, como siempre, quejándose del horrible uniforme escolar, como de costumbre. Extrañamente, algo en la calma mirada de la chica lo atrajo inmediatamente con solo mantener sus ojos en los de ella por un momento.
—Chicos, ella es Giuliana, es nueva en el instituto.—presentó Abigail con entusiasmo a quien estaba a su lado con una sonrisa pegada a su rostro.
Fue entonces que Giuliana se unió al pequeño grupo de quienes habían tenido la amabilidad de presentarse primeramente y logró tener al encantador Nicholas Davis pensando en ella mas tiempo del que podía imaginarse.
Muchas podían apreciar la deslumbrante sonrisa del chico iluminando su rostro, pero Giuliana tenia un derecho especial. Ella supo sentirse a gusto con la actitud del chico y le gustaba estar con él. Nicholas sacó provecho de que ella era nueva para mostrarle la institución, pero no era su intención hacerle conocer el lugar, si no darse el lujo de conocerla a ella. Sus amigos entendieron el mensaje de inmediato y los dejaron solos.
Pasaban los días y Giuliana se acostumbraba de apoco al nuevo entorno, a sus nuevos amigos, a la sonrisa de Nick, al peculiar perfume que siempre llevaba puesto, a su mirada, a su simpatía, la forma en que lograba ponerla nerviosa a cada que decía algo tierno dirigido a su persona. Nick halagaba de manera disimulada a la muchacha que se había convertido en la dueña de su pensamiento durante tiempo completo. Entre vuelta y vuelta, lograron conocerse lo suficiente y apegarse de manera sentimental al otro. La sonrisa nerviosa de Giuliana la delataba y el brillo en la mirada de Nick era un indicio de eso que todavía no decía. Días después se aparecieron de la mano. 
En sí, la vida de Nicholas Davis no era complicada, no era perfecta, pero no tenia facilidad para ciertas cosas y motivos de mas para sonreír.